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Tres atributos para que los juristas podamos diseñar nuestra post-pandemia

By 17th marzo 2021 No Comments

Por Laura Fauqueur. Directora Máster in Legaltech CEU IAM. Cosultora en innovación

Al igual que no sabíamos qué era vivir una pandemia, tampoco sabíamos qué sería la post-pandemia, si es que realmente podemos considerar a día de hoy que la pandemia está detrás de nosotros. Tomo prestada una afirmación de mi querida Paloma Llaneza que dice “Aunque no somos conscientes, somos una sociedad traumatizada” que leí en su Twitter y comparto plenamente.

En el trascurso del año, todos hemos vivido unas situaciones que podríamos situar en una escala graduada que iría desde “Situación inusual” hasta “Situación dantesca”. Lo que está claro, es que todos salimos (o saldremos, según se mire) transformados como personas y como profesionales.

Han aflorado muchos aspectos de nosotros como seres humanos que antes estaban muy compartimentados, y que ahora ya no lo son. La salud mental, la salud física, el estado emocional, la vida personal, la situación sentimental, la conciliación, etc., son muchos aspectos que no acostumbrábamos a “mezclar” con nuestro trabajo.

Nuestras esferas personales y profesionales, que muchos ponían gran empeño en separar en compartimentos estancos, están ya unidas y entremezcladas, y con poca perspectiva de volver a separarse de forma tan tajante como antes.

Por este cambio en nuestras vidas, por la ingente crisis económica que nos viene encima, por la inestabilidad política que vivimos, por la caducidad de los servicios que se prestaban antes, por la cantidad de necesidades no cubiertas en esta naciente sociedad postcovid, es tiempo de ECCE: Empatía – Confianza Creativa – Empoderamiento.

  1. Empatía:

La empatía, considerada como la capacidad de entender los sentimientos, los pensamientos y las emociones de los demás es necesaria para vivir en sociedad. El aspecto positivo del annus horribilis que acabamos de pasar es que nos es mucho más fácil ahora ser empáticos: tenemos ahora todos una vivencia (traumática) en común. Todos lo sabemos. Por supuesto, cada persona es distinta y tiene sus circunstancias, y obviamente algunos los han pasado mucho peor que otros.

Mostrar esta empatía, entender las situaciones individuales de los demás, nos permite ser indulgentes, tanto con ellos como con nosotros mismos. En concreto, eso debe llevarnos a reflexionar sobre qué nos exigimos, tanto a nuestros colaboradores como a nosotros mismos. No me refiero a la calidad del trabajo, que no puede resentirse (salvo que sea para mejorar), pero sí en cuanto a las formas y a la entrega.

Un ejemplo obvio es la vuelta a la presencialidad: aunque seamos más libres de nuestros movimientos que unos meses atrás, no por ello todos podemos desplazarnos fácilmente. Hay personas que tener que cuidar a otras en sus casas, o sencillamente que han estado muy aisladas y le han cogido mucho miedo al virus, a las que provoca ansiedad el mero hecho de tener que volver a salir, coger el transporte público, etc. A la inversa, hay personas que no aguantan más en sus casas, dónde no tienen buen ambiente de trabajo, y que quieren salir a toda costa. Lo mismo ocurre con nuestros clientes, por supuesto.

Mostrar comprensión tanto en un sentido como en otro y limitar las reuniones online. Lo que se puede resolver en una llamada telefónica o un email (lo que implica poder no estar arreglado ni tener que estar en un ambiente muy formal) debería hacerse así.

Tener empatía es también entender que muchas personas pasan por una montaña rusa emocional y que es posible que tengas alguna conversación con tu equipo o tu cliente y que le pilles con el pie cambiado. O que algún día seas tú, quien tenga que retener las lágrimas por tener las emociones a flor de piel. Por ello, es recomendable privilegiar el trabajo asíncrono, de tal forma que tanto tú como las personas con quien trabajes puedan dedicarse a esta tarea cuando estén bien, fuertes y empoderados. Pero es será el objeto de nuestro último párrafo.  

2. Confianza Creativa

El ser humano es creativo por naturaleza, si bien es una cualidad que no se trabaja lo suficiente en la escuela, la universidad, y el entorno profesional. Los niños son muy creativos, pero es algo que perdemos a medida que vamos creciendo, pues nos auto-censuramos, y nos atemoriza la percepción social y el juicio de los demás.

La mala noticia es que en los tiempos que corren, la innovación, entendida como creación de algo nuevo o distinto, ha pasado de ser una capacidad opcional a ser radicalmente imprescindible para sobrevivir (dedico un artículo a este tema aquí.

La buena noticia es que la creatividad se fomenta, se ejerce como un músculo, y es muy agradecida. Se entrena la mente para pensar más allá y salir de la caja. Cada persona tiene una capacidad creativa que le viene de serie y que solamente tiene que aprender a usar y a escuchar. Para usarla para el trabajo diario, existen muchas técnicas (mi favorita es el design thinking) que nos pueden ayudar a desarrollar el pensamiento lateral, o divergente.

Es posible empezar sola o solo, realizando voluntariamente algunas tareas de tu cotidiano de forma distinta. Aquí algunos ejemplos:

  • Cada día, esfuérzate para hacer una cosa de otra manera. Cuando te venga el reflejo de hacer tal cosa de tal forma, piensa: ¿cómo podría hacerlo distinto? Y hazlo.
  • Intenta escribir una frase con tu otra mano.
  • Coge otro camino para ir al sitio de siempre.
  • Busca 100 usos distintos que se podrían hacer para un objeto del cotidiano como un cepillo de dientes o un clip.
  • Haz un dibujo antes de ponerte a trabajar.

Son pequeños gestos que abren tu mente al pensamiento divergente, el que necesitas para reinventar o al menos adaptar tu ejercicio profesional y tu negocio a la realidad actual y porvenir.

Si bien los abogados no son los más perjudicados por los efectos devastadores de la crisis, muchos de sus clientes sí lo son, por lo que tampoco pueden afianzarse en sus prácticas de la pre-pandemia, pues sus clientes necesitan de sus abogados soluciones creativas a sus problemas. Es el momento de hacer también propuestas, servicios, colaboraciones y tarifas creativos. Si ayudas tu mente a recuperar su confianza creativa, lograrás trabajar de una forma mucho más provechosa, innovadora y seguramente, más divertida para ti.

Foto Ricardo Domingo. Cortesía Fundación Telefónica

3. Empoderamiento:

Existe otro atributo que bebe directamente de la empatía mencionada antes: el empoderamiento.

Como ya hemos dicho, nos encontramos todos, al “celebrarse” un año del confinamiento en marzo 2020, viviendo situaciones emocionales fluctuantes. ¿Os acordáis de aquello de la zona de confort? ¿De que había que salir de ella y arriesgar para hacer grandes cosas?

Pues la pandemia ha echado a la mayoría de los profesionales y de las empresas fuera de esta zona de confort. 2020 ha supuesto un salto al vacío de la sociedad entera. El futuro es muy incierto y, sin embargo, tenemos que reponer fuerzas para atravesarlo. Por ello, necesitamos apoyos. Confianza. Que nos digan que podemos hacerlo. Que nos ayuden a creer en nosotros mismos.

En estos tiempos en los que poco a poco tendremos la suerte de ir recuperando el contacto no virtual con ellos, es importante decir a las personas lo mucho que valoramos sus esfuerzos y animarlas. Es tiempo de “entreaide”, de ayuda mutua: sentir que tienes la estima profesional, el cariño y el apoyo de tus colaboradores te empodera para crecer.

Un consejo para practicar el empoderamiento: una vez al día, piensa en una persona que aprecias y házselo saber con un mensaje, una llamada, una mención en alguna red o en persona si es alguien que ves. Dile qué aprecias de ella. Te lo agradecerá sin lugar a duda.

Como anunciaba, es en mi opinión practicando la ECCE (Empatía, Confianza creativa, Empoderamiento) que lograremos enfrentarnos a tanta incertidumbre y diseñar una post-pandemia más próspera, sostenible y humana.

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