Entrevista a Barbara Román, abogada, experta en LegalTech.
“Si quieres ser el asesor jurídico de cualquier startup es fundamental que hables su mismo lenguaje”
Reconoce que uno de sus mejores momentos profesionales lo pasó recientemente en el Campus de Google en Madrid impartiendo una charla para emprendedores . “Lo que más apreciaban era que habláramos en su idioma”. Así se expresa Bárbara Román, abogada gallega que pronto advirtió la necesidad que las startups tuvieran su asesoramiento legal. Con esta jurista abordamos el mundo del emprendimiento tecnológico y el servicio jurídico que demandan. Reconoce que la implantación de la tecnología en la abogacía de los negocios ofrece grandes oportunidades. “Los clientes demandan servicios a medida, más ágiles, más flexibles, y de mejor calidad, y para satisfacer sus demandas hay que jugar con la innovación, y en parte con la tecnología”.
Su perfil:
Empecé a trabajar con startups y programadores, y me di cuenta de que había un enorme vacío entre la parte legal de los negocios y la más técnica, así fundé con José Manuel Sendín NoLegalTech.
Nos encargamos de la parte legal de las cuestiones tecnológicas, y además hemos decidido usar nuestro know-how para complementar la empresa con mini desarrollos de software para abogados. Cosas pequeñas, como automatización de procesos o ayudas técnicas en las webs, porque en el Legal Lab que tenemos funcionan y a ver como van en el mundo real. Y ahí estamos”
¿Cómo se estructura el asesoramiento legal de una consultora como NoLegalTech al mundo de las startups?
Partiendo de tres ideas fundamentales, que a veces las propias startups echan de menos en los despachos de abogados:
En primer lugar, hay que hablar del cliente como centro del trabajo, me refiero a que todos en la empresa estamos por él. Y si no hay feeling, como ha ocurrido con algunos proyectos, pues paramos máquinas y nos divorciamos. Trabajamos con gente con la que compartimos valores, cultura, principios, y por eso no nos cuesta que todo en la empresa gire a su alrededor.
Al mismo tiempo, el cliente no es tonto, muchos de nuestros clientes saben mejor que nosotros lo que quieren. Compartimos con ellos los documentos, los textos, las soluciones legales y la forma de trabajar. Nos gusta tratar a los nuestros como personas que entran Google informarse y que luego nos dicen “es que he visto esto así” o “me ha dicho una asesora fiscal que esto mejor así”, y ser honestos siempre en nuestro trabajo con ellos.
Adaptarse a ellos, que tienen su propia forma de trabajar. Lo hacen de forma continua, no entienden de horarios ni de perder el tiempo, les gusta que estés disponible para ellos y además que no los molestes con bullshit.
Muchos insisten en que uses sus mismas herramientas de trabajo, como hangout, skype, slack, github, bitbucket y pasan mucho del correo electrónico y del teléfono. La comunicación con los techies suele ser diferida en el tiempo, asincrónica, y si vas a trabajar con ellos es mejor acostumbrarse. Y por supuesto, es fundamental hablar su mismo idioma.
¿Es cierto que hay que consultar a un abogado desde el principio cuando se desarrolla un proyecto tecnológico? ¿Qué es el la Mínima Legalidad Viable que usted explica en conferencias?
Supongo que dependerá del proyecto. Si quiero lanzar una app que ponga en contacto a paseadores de perros con dueños de mascotas, y tengo claro cuál es el marco legal de esta relación, perfecto. Lo mismo cuando quiero un software que analice las tendencias de consumo de perfumes, o una app bancaria.
En algún momento surge algún problema legal, pero si el proyecto está bien enfocado desde el inicio para el abogado que llegue será más sencillo resolverlo. Ahora, que como hayas montado tu proyecto tech desde el inicio mal, y no puedas trabajar con ese producto o servicio hasta que se solucione el problema, te comes la inversión que hayas hecho con patatas.
“Siempre es mejor preguntar a un abogado, como un planteamiento de “legal by design” porque invirtiendo un poco al inicio es posible que ahorres muchos dramas después”.
Y sobre esa idea de la Mínima Legalidad viable…
El concepto de MLV (Mínima Legalidad Viable) lo inventó David Pombar, con quien aprendí casi todo lo que sé del mundo startup. Estábamos discutiendo sobre un contrato y él me decía: “a mí con que tenga la MLV ya me va bien”.
En entornos tecnológicos, donde la velocidad del negocio es crucial y hay que elegir muy bien dónde meter el dinero, tampoco estás para grandes dispendios en contratos, textos legales, coberturas jurídicas o lo que sea.
Las empresas o los desarrolladores quieren soluciones mínimas, que les ayuden a pasar al siguiente nivel, porque están acostumbrados a resolver el problema sin pensar en las consecuencias que esa solución pueda tener a nivel legal.
Son mentes analíticas, o creativas, que te piden una solución concreta y no hay tiempo para perderse en rollos legales que no entienden, ni les importan, si no les soluciona ya el problema que tienen. Igual que cuando un abogado nos pide un software, primero vamos a lo básico y luego, a medida que se vaya necesitando, ya se hará.
¿Qué es lo más complicado para una empresa tecnológica de entender desde esa vertiente jurídica que usted posee como abogada?
A veces les cuesta entender que la planificación legal de un software sea tan importante, por ejemplo, cuando los programadores van usando código con distintas licencias y al final resulta que no son compatibles entre sí o con el producto que quieren.
Al inicio no quieren ni oír hablar de eso pero después acaban entendiendo el papel que haces. Otras veces se trata más de hablar su idioma, y dejar la jerga legal de lado, porque litisconsorcio pasivo necesariosuena a chino
. Una de las mejores experiencias que tuvimos fue dando una charla en el Campus Google, nos dimos cuenta de que lo que más apreciaban los emprendedores era que le habláramos en su idioma. Desde NoLegaltech hacemos un esfuerzo grande para que los textos legales que preparamos sean para todos los públicos.
¿Todavía hay empresas que no tienen contratos de las actividades que realizan? Entiendo que es fundamental tenerlo todo documentado, verdad…
Lo que ocurre es que su forma de documentar es diferente, nada más. Al final, el contrato no es el papel, es la obligación que se genera. El problema está cuando uno entiende una cosa y otra entiende otra diferente, y se lía parda. Ahí supongo que todo el mundo se arrepiente de no tener cosas por escrito.
¿Qué oportunidades abre la implantación de la tecnología en el mundo legal?
Todas las del mundo. Los clientes demandan servicios a medida, más ágiles, más flexibles, y de mejor calidad, y para satisfacer sus demandas hay que jugar con la innovación, y en parte con la tecnología.
La ventaja ahora juega a favor de los despachos pequeños y medianos, con acceso a la información y a la colaboración especializada. En temas tecnológicos un despacho pequeño o mediano puede quitarle clientes a uno grande por el simple hecho de ser más ágil o innovador en su forma de trabajar.
La tecnología se pone a disposición del cliente mejorando el servicio que prestas, pero sin una cultura previa de conocimiento de ese servicio y de transformación digital, la herramienta tecnológica queda en nada, porque los abogados no la van a usar.
En estos meses en que hemos estado experimentado con los desarrollos de software legales la mayor discusión que hemos tenido con clientes es que entiendan que un programa de ordenador no te lee la mente.
¿Es cierto aquello que los despachos más pequeños, con una buena tecnología pueden ser tan eficientes como los más grandes?
Ya lo hemos visto en otros países, y creo que el próximo año lo veremos aquí.
Imagina equipo de cinco abogados, de distintas áreas, que gracias a la tecnología puedan gestionar el conocimiento global del despacho para sus clientes, trabajar en menos tiempo de forma más eficiente, y cobrando menos porque no necesitan a un equipo de juniors para validar 100.000 documentos porque hay una máquina que lo hace por ellos…
O un solo abogado, que yo estoy enamorada del concepto, que pueda crear un equipo de trabajo a medida para un problema concreto del cliente y estar operativo en menos de 24 horas porque comparte plataforma dentro de una red de profesionales. Al final el cliente lo que quiere es que le soluciones el problema rápido y bien, y pagar por lo que has hecho, no por las oficinas que tienes.
¿Háblenos de la tecnología blockchain de la que todo el mundo comenta en estos momentos… ¿Cómo cree que podrán utilizarla los despachos de abogados?
Personalmente creo que al bufete, del tamaño que sea, Blockchain le debería ser indiferente. No tiene que ver con el derecho, ni con su aplicación, sino con nuevos modelos de servicios y en esa vertiente, muy tangencialmente, con el Derecho.
Lo que debería preocuparle a los abogados es seguir viendo sus ordenadores como máquinas de escribir chulas, o sus smartphones como teléfonos, en lugar de considerarlos partes fundamentales de su trabajo.
Un abogado que sigue invirtiendo el 65% de su tiempo en tareas de escaso valor se lo está montando muy mal y debería estar más preocupado por todo lo que se le viene encima en estos tiempos que corren que por la Blockchain.
Por @LuisjaSanchez Periodista jurídico.