Por Marisa Méndez. Psicóloga, coach y profesora, especializada en bienestar y crecimiento personal. Miembro de Inkietos.
Uno de los efectos positivos de pasar una pandemia mundial es que la salud emocional ha ocupado titulares y conversaciones y, previsiblemente, sea menos ignorada a partir de ahora. En el sector legal, este interés se ha trasladado a múltiples debates y encuentros sobre la existencia (o no) y la idoneidad (o no) de sensibilidad y políticas de bienestar dentro de los despachos de abogados.
Y ¿por qué no empezamos por el principio? ¿por qué no aprendemos a identificar los entornos o prácticas poco saludables para erradicarlas y luego construimos hábitats de crecimiento y cuidado personal y profesional? ¿Sabes si tu despacho encaja en la definición de empresa tóxica?
Una vez leí que trabajar en una empresa tóxica es como vivir en un Día de la Marmota continuo en el que se repite continuamente ese mal día en el trabajo que querrías olvidar, ese día en el que se dieron todas o la mayoría de las siguientes situaciones, que recogen los marcos teóricos sobre toxicidad en el entorno laboral.
1.La Comunicación brilla por su poca claridad. Ya sabemos que es imposible no comunicar, y que la comunicación ambigua y confusa daña gravemente las relaciones sociales y laborales es. Este es uno de los síntomas más rápidos a identificar en un despacho tóxico.
Puede implicar dobles mensajes, mensajes confusos, falta de escucha de los recursos necesarios y, con demasiada frecuencia, comunicación pasivo-agresiva. Esto lleva, no solo a poca eficacia, a la duplicación de tareas, a no preguntar para evitar reproches y a muchos conflictos que, en ocasiones, no tendrían ni que haberse iniciado.
2. Ambigüedad y poca claridad en las definiciones de los roles de trabajo. Cuando falta claridad con respecto a las expectativas que los socios o el despacho tiene de un miembro del equipo, se incrementa la incertidumbre y la sensación de poco control. Ninguno de ellos ayuda a desarrollar el trabajo y la profesión con iniciativa, confianza o creatividad.
Y es curioso porque, aunque pueden alcanzarse resultados a corto plazo o lo que yo denomino, sobrevivir como abogado, las mencionadas aptitudes son necesarias para sobresalir y dar lo mejor de uno a la Firma y a los clientes.
3. Relaciones interpersonales conflictivas. En los despachos poco saludables es muy fácil tropezar con un ambiente enrarecido y con relaciones – entre compañeros, con clientes y con superiores – distantes y conflictivas.
Este es uno de los principales estresores laborales y que motiva aislamiento, acoso y todo tipo de conflictos. Esto es particularmente grave en el momento actual en el que la colaboración es necesaria para afrontar la complejidad de las demandas de los clientes, ya que el individualismo encuentra una pared para ofrecer lo que se espera del despacho.
4. Ausencia o ambigüedad en el feedback. La toxicidad puede estar en la gestión y organización del despacho, pero también en sus clientes o en el talento contratado. Por eso es tan importante dar información sobre el desempeño del trabajo a fin de reencauzar las malas prácticas y reforzar las buenas.
En una Firma tóxica, el feedback no está como aliado de la competitividad y la mejora personal y profesional. Puede no estar o ser ambiguo por lo que contribuye a más confusión y a que el equipo siga en caminos indeseables. Los motivos para esta falta de feedback son muchos, pero ya detectar que no se está utilizando es buen punto de partida.
5. El equipo no se identifica con la Firma. Esto es entendible ya que parece el resultado de una situación en la que las necesidades del equipo no se recogen por la empresa, la motivación no parece la más adecuada para conectar a largo plazo con el proyecto y dónde la confusión y la ambigüedad se convierten en obstáculos para la identificación con la Firma.
No es posible confiar en quien o en lo que no terminamos de conocer.
6. Se dan en el equipo indeseables y sostenidos niveles de estrés. La exposición prolongada a estresores en el ámbito laboral puede derivar en el conocido como síndrome del quemado o burn-out que se identifica por tres síntomas principales: agotamiento emocional (“no puedo dar más de mí”), cinismo y distanciamiento en las relaciones personales (y puede afectar a los clientes) y reducido nivel de competencia y logro con respecto al trabajo. Se deduce fácilmente que es una situación indeseable para los individuos y para la Firma.
En resumen, se puede identificar porque las demandas que se plantean no se corresponden con los recursos – profesionales, materiales, procedimentales – adjudicados que se necesitan para afrontar las demandas.
¿A quién afecta la toxicidad? Por supuesto a los profesionales, que suelen llevarse las sensaciones tóxicas a casa, a sus relaciones personales, a su ocio… intoxicándolo toco como si de una mancha de chapapote se tratara y extendiéndose a través de su malestar. Pero, también afecta a la Firma ya que tienen índices de rotación no deseados, mayores índices de bajas laborales, altos niveles de estrés (malo) y casos de burn-out, además de ver reducida la creatividad, la implicación y la colaboración.
En los despachos de abogados es frecuente que el ambiente cambie de un departamento a otro. Pueden coexistir departamentos más tóxicos y más saludables en la misma Firma, ya que, por lo general, los socios gozan de autonomía e independencia para gestionar sus equipos y porque existe un alto impacto de las características – positivas y negativas – de los líderes en el clima y en los procedimientos.
Si tu Firma reúne todas o casi todas las características mencionadas en este artículo, qué vas a hacer?
