Entrevista Jordi Estalella, socio fundador de Alterwork.
AlterWork es una consultora especializada en la transformación digital de despachos, asesorías jurídicas de empresa y firmas de servicios profesionales. “Nuestro propósito es ayudar a estas organizaciones a anticiparse a los cambios del mercado, ser más eficientes y lograr un posicionamiento relevante en su sector”, comenta Jordi Estalella uno de sus socios fundadores
“La pandemia ha impulsado la demanda de consultoría en transformación digital y nuestro cometido pasa por ayudar a las firmas legales y asesorías jurídicas a obtener un entendimiento cabal de sus necesidades y proponerles las soluciones óptimas con la finalidad de que la digitalización produzca un impacto en su negocio”.
También nos aclara que Alterwork ha supervisado la digitalización del sector legal en estos últimos meses. “Hemos reunido información de más de 500 despachos a través de un cuestionario de madurez digital gratuito (https://autodiagnostico.alterwork.net/) y los datos arrojan una nota promedio de digitalización de los despachos que roza el aprobado (5,1)”
A su juicio, “ los despachos grandes muestran un índice de digitalización más elevado que los pequeños y por dimensiones el modelo de negocio, la cultura y liderazgo digital son las que obtienen peor calificación”.
Un año después de la pandemia ¿Qué reflexiones nos puede hacer de la evolución de los despachos de abogados en este entorno?
Una reflexión general es que los despachos han evidenciado el valor de la tecnología, aunque paralelamente muchos incurren en lo que llamo “digitalofilia”.
Este efecto responde a un exceso de optimismo digital causado por la facilidad con que los bufetes han adoptado las herramientas de videoconferencia y la tecnología en la nube durante la pandemia.
Su rápida absorción los ha llevado a pensar que la digitalización es un proceso sencillo que consiste en incorporar aplicaciones tecnológicas o legaltech sin considerar los beneficios reales que dichas aplicaciones suponen para su negocio. El resultado son inversiones desperdiciadas y el incremento de tensiones internas.
¿Qué es lo que más le llama la atención de la adaptación de los despachos de abogados a este escenario post pandemia?
El cambio de convicciones sobre determinados símbolos. El sector de las firmas legales está arraigado en numerosos símbolos que configuran la cultura de la organización.
El espacio físico del despacho y la presencia personal del abogado son dos de esos iconos que la crisis sanitaria de la COVID-19 ha distorsionado y que están adquiriendo un nuevo significado gracias al teletrabajo.
¿A nivel de asesorías jurídicas de empresa, ese proceso de transformación digital es diferente al de un despacho tradicional?
Una diferencia destacable entre ambas organizaciones es el colectivo al que se dirige la trasformación digital. En un despacho los clientes son el gran destinatario de la digitalización. En una asesoría jurídica la transformación se orienta a satisfacer a los business partners, las otras áreas funcionales de la empresa.
Otra diferencia importante, debido a la peculiar estructura de las firmas legales, es que el objetivo primordial de su digitalización es la rentabilidad, mientras que en una asesoría jurídica este no constituye a menudo el objetivo más relevante.
En este contexto cual ha sido el papel que está teniendo Alterwork como consultora de innovación y transformación digital.
La pandemia ha impulsado la demanda de consultoría en transformación digital y nuestro cometido pasa por ayudar a las firmas legales y asesorías jurídicas a obtener un entendimiento cabal de sus necesidades y proponerles las soluciones óptimas con la finalidad de que la digitalización produzca un impacto en su negocio.
Su compañía tiene un índice para medir la transformación digital de los despachos de abogados ¿En que estado se encuentra?
Hemos reunido información de más de 500 despachos a través de un cuestionario de madurez digital gratuito y los datos arrojan una nota promedio de digitalización de los despachos que roza el aprobado (5,1). Los despachos grandes muestran un índice de digitalización más elevado que los pequeños y por dimensiones el modelo de negocio, la cultura y liderazgo digital son las que obtienen peor calificación.
¿Qué es lo más complicado para un despacho de entender cuando da ese paso a su transformación digital?
El gran reto de persuasión es que comprendan que la transformación digital no consiste en “poner tecnología”. De hecho, no pocas veces la tecnología agrava los problemas existentes y nuestra recomendación es eliminar o simplificar los sistemas tecnológicos. La transformación digital es un conjunto de cambios que persiguen adaptar la actividad del negocio a las nuevas exigencias del entorno digital: clientes más informados y exigentes, competitividad en los precios, dificultad de diferenciarse y reducción de los márgenes (rentabilidad).
¿Cómo está afectando a la relación entre abogado y cliente en estos momentos esa transformación digital?
El impacto más evidente está siendo en la comunicación. Hemos pasado de mantener reuniones y juicios presenciales a tenerlos en el ciberespacio y las dinámicas y códigos cambian de unos canales a otros. La virtualidad de las comunicaciones, contrariamente a lo que podría pensarse, está aumentando el contacto con los clientes. De una “conexión momentánea” hemos pasado a una “conexión intermitente”, en que los momentos de conexión no se planifican, sino que transcurren sin solución de continuidad durante la jornada.
¿Ve posible que en el futuro las grandes firmas creen sus legaltech para dar servicios a empresas y clientes?
Este fenómeno ya está ocurriendo y algunos despachos españoles, grandes y pequeños, han lanzado sus aplicaciones legaltech. La oferta es variopinta, y encontramos desde aplicaciones para gestionar el registro de marcas o la protección de datos, hasta la gestión de los riesgos legales (compliance) y las reclamaciones laborales.
Es una tendencia que seguirá creciendo y en el futuro en muchas firmas legales coexistirán tres líneas de negocio diferenciadas: una basada en el asesoramiento personal, otra en la que la legaltech se utilizará como asistente y una tercera en que las máquinas ofrecerán por sí mismas los servicios.
Por @LuisjaSanchez, Periodista Jurídico