- Diagnóstico inicial
Empecemos por el principio. Si hablamos de la situación actual del sector legal en España, creo que la mayoría de abogados y estudiantes de derecho que aspiran a serlo, podrán coincidir en que:
- La abogacía (especialmente la abogacía joven) adolece de un grave problema de precariedad en nuestro país. Una precariedad que por un lado se pone de manifiesto con las pésimas condiciones económicas que sufren muchos abogados de nuestro país en pequeños y no tan pequeños despachos. Condiciones, que rozan el insulto en el caso de los “riders” de la abogacía. Y, por otro lado, en el subterfugio de los grandes despachos, dicha precariedad se manifiesta por la vía de unos horarios y una carga de trabajo, que exigen renunciar a prácticamente todo para promocionar.
- La profesión, por fin, se ha visto obligada a enfrentar cambios profundos debido al avance de la tecnología. Unos cambios que van tanto desde la manera en que se prestan los servicios jurídicos, pasando por la manera en que los abogados nos relacionamos con los clientes. Buen ejemplo de ello son el auge de las “legaltech” y de los “Alternative Legal Service Providers” (ALSP’s), que están revolucionando el sector legal.
Es evidente pues, que hay un problema con nombre propio “precariedad de tipo heterogéneo” pero también que hay una -o muchas- oportunidades, en un mercado que está entrando de lleno en una ola llamada “innovación” o “re-evolución” con la que deben romperse los tradicionalismos y arcaísmos que aun están muy presentes en la profesión y, de paso, servir también para enterrar la precariedad de una profesión y de unos jóvenes, que en modo alguno la merecen. La cuestión es: ¿tienen nuestros jóvenes la formación adecuada para poder darle la vuelta a esa precariedad por la vía de las oportunidades que esta ola de innovación pone frente a nosotros? La respuesta, lamentablemente es no. Y es no, porque, para empezar y entre otras muchas cosas, nuestro modelo educativo ha olvidado que el emprendimiento existe y que a emprender también se educa y se enseña por la vía de fomentar valores como la iniciativa, la creatividad, el liderazgo, el pensamiento crítico o la tolerancia al riesgo.
2. La precariedad
Antes de seguir, detengámonos un momento para responder a esta pregunta: ¿Cuál es la causa de esa precariedad a la que hacemos referencia y que afecta a nuestro sector? En mi opinión, una de las causas radica en la desproporción flagrante entre oferta (de empleo) y demanda (de empleo). Porque cuando la oferta en un sector no es capaz de absorber la demanda, las condiciones inevitablemente se precarizan.
Y ahí, es donde el emprendimiento debe tener un papel preponderante (que no único) para reequilibrar esa oferta y demanda y para apostar por soluciones nuevas e imaginativas que den a los problemas de siempre, mejores soluciones.
Evidentemente, ese impulso emprendedor, debe acompañarse de otro elemento esencial y que tiene que ver con el modelo educativo. Nuestro modelo universitario debe plantearse dos cosas:
- ¿Es lógico que en España anualmente surjan 10.000 nuevos abogados para 47 millones de personas cuando en EE.UU. surgen 34.000 abogados nuevos al año para 83 millones de personas? O, ¿tiene sentido que, en España y Alemania, haya prácticamente el mismo número total de abogados cuando la población del país germánico dobla a la española?
- ¿Es la memorización la metodología que garantiza una mejor formación a los estudiantes de derecho en el cambiante mundo en el que vivimos?
No plasmaré mi punto de vista en relación con estas dos preguntas en este artículo, pero creo que deberíamos empezar a reflexionar entorno a las mismas, sin tabúes y sin miedo “al que dirán”, si queremos que el futuro de la profesión se tiña de otro color. Siempre, desde la base de la meritocracia y la igualdad de oportunidades, como no puede ser de otra manera.
3. Instituto de Emprendimiento Legal
Pues bien, con toda la humildad del mundo y, mientras el modelo educativo tradicional haga caso omiso de estas reivindicaciones o, cuanto menos, no quiera reconocer que existe un problema al que no se le puede dar la espalda por más tiempo, porque la consecuencia de mirar hacia otro lado, es la frustración “cualificada” de nuestros jóvenes -con una carrera, varios Masters e idiomas bajo el brazo-, nosotros queremos impulsar la vía del emprendimiento como una buena opción tanto individual como colectiva. Desde el Instituto de Emprendimiento Legal, queremos aportar nuestro granito da arena para hacer que ese cambio, que nosotros mismos reivindicamos, sea una realidad. La solución que proponemos afecta a una de las vertientes del problema (la de evidenciar que la alternativa de emprender también existe). La otra, referida al modelo educativo de base, exige cambios estructurales mucho más profundos, por supuesto.
Y queremos impulsar el emprendimiento en el sector legal, no por la vía de ofrecer resultados inmediatos (no somos gurús) ni promesas irrealizables. También queremos decir que emprender no es fácil (en la vida las cosas que merecen la pena no lo son) y muchos proyectos pueden fracasar, sin duda. Pero emprender es perfectamente posible y viable. Por eso, queremos hacerlo desde la sinceridad a través de un programa práctico y honesto (el Programa de Formación Acelerada en Emprendimiento Legal) con el que pretendemos transmitir esos conocimientos mínimos (que a nuestro juicio debieran estar dentro del sistema educativo reglado) para que el emprendimiento en la abogacía sea una opción real y realizable para nuestros jóvenes.
Trabajar por cuenta ajena, es una opción válida, por supuesto que sí. Opositar también. Pero emprender (y eso es lo que se echa de menos en el mundo universitario), también lo es. Solo con todas las opciones encima de la mesa (trabajo por cuenta ajena, oposiciones y emprendimiento) y con las herramientas formativas adecuadas para cada una de ellas, es posible elegir con libertad. Y, lo escribe alguien, desde el conocimiento de haber transitado por las tres opciones.