Paula Fernández-Ochoa
Socia de +MoreThanLaw y VivircorRiendo.
Consultora & Speaker en entornos de alta competición.
Enero es el mes de los propósitos, una puerta abierta para arrancar bien el año y lograr nuestros objetivos. ¿Y cuál es uno de nuestros principales enemigos a combatir? Sin lugar a dudas, el estrés, agravado con la pandemia covid-19 y su escenario de crisis global e incertidumbre.
La abogacía es una profesión en la que el 80% sufre estrés, pues la mayoría vive en permanente estado de alerta por la intensa competencia, las maratonianas jornadas, la hiperconectividad, la necesidad de actualización constante, los exigentes plazos, la gestión del cliente, la cultura de la inmediatez, las multitareas o la sobrecarga de trabajo.
La IBA, mayor asociación de abogados del mundo, recientemente publicó su Informe Global sobre la salud mental de los abogados y corroboró que el bienestar de los profesionales del sector legal está en crisis y que el estrés se ha convertido en la enfermedad mental de este siglo.
Según la OMS, 1 de cada 10 habitantes sufre hoy sus síntomas, por lo que ha incorporado el estrés crónico en el trabajo o “burn-out” en la Clasificación Internacional de Enfermedades.
El desgaste en la profesión de la abogacía está muy ligado a un nivel alto de estrés que, por ser aceptado como algo normal, no gestionamos y va manifestándose en formas nocivas para el abogado (ansiedad, irritabilidad, depresión, alcoholismo y/o ingesta de sustancias ilegales, suicidios, etc.) y sus relaciones.
Además de mala calidad de vida, los factores estresores en la abogacía generan una significativa falta de atención, un estado de constante hiperactividad, y, consecuentemente, improductividad. «La gente estresada tarda entre dos y tres veces más en hacer cosas. Si sé que existe una firma con gente descansada, les confiaría mi empresa, ya que ofrece más valor por el dinero«, apunta Geoff Bird, neurocientífico cognitivo de la Universidad de Oxford.
Por tanto, resulta imprescindible gestionar el estrés y aplicar todas las técnicas y herramientas posibles (emocionales, organizativas y técnicas) para prevenirlo o combatirlo.
Veamos el siguiente decálogo:
- Pon foco en tus objetivos. Cíñete a tu estrategia y plan de acción para no diluirte ni perder el tiempo en cuestiones no prioritarias. Y, en esta línea, gestiona tu marca personal con la que diferenciarte, maximizar tu valor y ventaja competitiva para ser tu mejor versión y, con ello, la opción elegida en el mercado.
- Plazos realistas: No asumas un deadline imposible de acometer y gestiona el volumen de trabajo que puedas atender con excelencia.
- Planifica tu agenda con asignación de trabajo en función de tu ritmo biológico de máximo rendimiento y con asignación de descansos (relajación, deporte -100% necesario!-, etc). Mantén un lugar de trabajo adecuado que favorezca la productividad (luz, orden, etc)
- Sé coherente a tu porqué. Actúa según tu estilo de vida, valores y principios, y no pierdas la perspectiva. Conecta en todo momento con el para qué de tu trabajo y piensa en él como un motor vital sostenible de transformación social y económica.
- Aplica el Slow living o movimiento que aboga por recuperar el ritmo natural de las cosas, una alternativa a la cultura de lo urgente y lo instantáneo. “A menudo nos apresuramos por la vida, cargando con más cosas hora tras hora, nos estiramos como una goma elástica hacia el punto de ruptura”, subraya Carlo Honoré en su libro “Elogio de la lentitud”. La pandemia ha ralentizado el ritmo de nuestra vida poniendo en valor lo sostenible, humano, medioambiental y saludable. El tiempo vuela, pero no necesitamos hacerlo nosotros. Debemos llevar una vida plena desacelerada y hacer todo con atención e intención.
- Desarrolla una actitud positiva y cultiva la resiliencia y capacidad de adaptación para afrontar constantemente nuevos escenarios pues el cambio es y será la única constante.
- Vive en un proceso permanente de aprender nuevas habilidades y conocimientos, en un aprendizaje constante o lifelong learning. O te reciclas y creces profesionalmente o te quedas fuera de mercado Planificar tu formación.
- Establece parámetros de satisfacción personal que sólo dependan de ti y no del resultado. Ten tu propio estándar de trabajo para saber cómo y con qué te vas a sentir bien contigo mismo/a. Por ejemplo, pon foco en trabajar con profesionalidad y excelencia la demanda, el juicio y el servicio al cliente, con independencia del fallo de la sentencia.
- Las nuevas tecnologías han conllevado a una saturación digital constante para el profesional con generación de estrés. Por tanto, es clave establecer rutinas que nos permitan la desconexión digital, tanto al final de la jornada como durante ésta, con ciertas transiciones para relajarte o realizar otras actividades.
- Y si sientes que tienes los síntomas del estrés y sufres sus consecuencias, toma las medidas adecuadas para paliarlo, con ciertas técnicas de relajación o poniéndote en manos de un profesional de la salud.
El Bienestar irrumpe con fuerza para alcanzar la sostenibilidad de la profesión y la felicidad. No podemos disfrazar ni hacer oídos sordos de las emociones y señales de nuestro cuerpo y mente ni concebir el estrés como un elemento congénito de la profesión.
El objetivo es claro, queremos producir más y vivir mejor. Por lo que es el momento de transformar la abogacía, es hora de convertir esta nueva realidad del well-being en nuestra gran catarsis de alto rendimiento y vida plena.
Por @LuisjaSanchez, Periodista Jurídico